
Por: Chaos Lux - Especialista en AuraPura
Poco se dice de los médiums que San Miguel Arcángel elige con sus propias manos. A aquellos a quienes acoge y entrena en el silencio del alma. No son simples médiums: son guerreros espirituales. Rescatadores. Personas que cargan con las cicatrices del dolor, pero que, sin embargo, se mantienen firmes. El Arcángel los convoca a la labor de combate directo: desobsesión, exorcismo, protección. Les enseña a enfrentar el mal de frente, incluso cuando huele a perfume, palabras dulces o promesas de luz.
Ser elegido por San Miguel no se trata de honores, sino de renuncia. A menudo, estos médiums pasan por intensas pruebas, persecución espiritual y ataques invisibles para otros. Pero el Arcángel los sostiene. Pone su espada sobre los hombros de estos niños y les dice: «Irán conmigo». Y aunque tengan miedo, van. Porque hay un llamado que no se puede ignorar.
Los rescatadores sienten en sus cuerpos las batallas que libran. Cargan con dolores ajenos, sueños pesados, intuiciones agudas. Pero también reciben visiones, revelaciones e instrucciones precisas. Son conductores del fuego sagrado de Miguel en la Tierra. Saben cuándo deben orar, realizar un ritual de destierro o simplemente poner la mano en la frente de alguien y decir: «Vete».
Y aunque son un canal de protección para tantos, necesitan cuidarse. Los rituales de purificación y sellado son parte de su rutina. Una espada en una mano, pero una vela y un baño de ruda en la otra. Porque incluso los guerreros más fuertes necesitan purificar su armadura. Y Miguel, siempre justo, nunca abandona a ninguno de sus hijos. Los protege, los guía y, sobre todo, lucha junto a ellos. Porque quienes caminan con Miguel... nunca luchan solos.