Por: Chaos Lux - Especialista en AuraPura
Pocas personas comprenden cuánto influye el aura en cada paso de nuestras vidas. El aura no es solo una capa de color alrededor del cuerpo, como muchos imaginan. Es el campo que lo registra todo. Absolutamente todo. Los pensamientos que repites una y otra vez. El dolor que finges haber superado. La envidia que alguien te infundió y que creíste no haber captado. El miedo que sientes pero no puedes nombrar. Todo esto se acumula en tu aura como polvo sobre un cristal. Apaga tu luz. Y cuando la luz se apaga, los caminos se bloquean.
A menudo, no entiendes por qué nada fluye. Por qué estás cansado sin haberte esforzado. Por qué los proyectos no avanzan, por qué no llega el dinero, por qué las relaciones son tensas. Y la respuesta no está ahí fuera: está en tu campo. Un aura sucia es una vida bloqueada. Un aura limpia es una vida que fluye.
Limpiar el aura no es vanidad espiritual, es supervivencia energética. Es como ducharse. No pasas días sin lavarte, ¿verdad? Pero espiritualmente, muchas personas se abandonan. Acumulan cargas del entorno, de las personas, de viejos traumas... y el campo se cierra, volviéndose denso y pegajoso. Y entonces empiezas a vibrar más bajo sin darte cuenta. Empiezas a atraer situaciones que reflejan lo que está atascado en tu campo, no quién eres realmente.
La limpieza puede ser sencilla, pero requiere constancia. Un baño de hierbas intencional, una purificación bien hecha, una oración profunda donde entregas tu dolor. A veces, simplemente detenerte y respirar conscientemente puede empezar a disolver la energía estancada. Otras veces, necesitas profundizar: realizar un ritual de liberación, distanciarte de las personas que te agotan, afrontar de frente lo que te está agotando por dentro.
Hay momentos en que tu aura exige silencio. Hay momentos en que implora movimiento. Y eres tú quien necesita aprender a escuchar. Tu aura es tu hogar espiritual. Cuando está limpia, la sientes. Duermes mejor, hablas con más claridad, atraes a buenas personas y sientes intuiciones genuinas. Te conviertes en un imán para las cosas alineadas con tu alma. Porque un campo limpio atrae la verdad. Un campo sucio atrae la repetición del dolor.
Cuidar tu aura significa reconectarte con quien eres. Es abrir espacio para las bendiciones. Es decirle al universo: "Estoy listo". Y te escucha. Porque el universo no responde a las palabras. Responde a la frecuencia.